Y cuando ya empiezo a entender.
No te preocupes, hoy todavía no voy a amenazar con matarme.
Matarte iba a decir, pero no es la verdadera realidad.
Hoy me enamore de la respiración del viento, y sus risas burlonas... sus miradas cómplices dejaron de sorprenderme.
Mi panza hace música mientras mis órganos se retuercen. Si, es que los nervios se apoderan de todos mis sentidos.
Extraña contradicción; ella me recomendó que lo haga. Que no lo haga (mi conciencia si lo quiere al parecer) escribirlo sería más satisfactorio si escribiera el suceso realidad.
Suceso oculto, ficticio para vos.
Real en el momento en que tus ojos se cruzaron con los míos y no dejaron pasar un segundo sin enseñarme algo.
Hermoso encuentro, tu paranoia me esta abrazando y siento tu timidez entre mis brazos, ese segundo donde la respiración del viento se vuelve nula y todo se convierte en ‘esa niebla perfecta’. Ahora entiendo todo, todo este momento. Todo este ahora.
Todo tu momento perfecto, ( ya! ) no hace falta que me expliques, tus manos y tu agua ya se encargaron de eso.
Y este instante se vuelve una ficción tan sublime y espectacular que el ahora, antes o después no importa.
Y el miedo del sentido, del sentir tan extrañamente cerca y encerrarse en esa encrucijada, y poseerla y soñarla. Y sostenerla. Envidiarla.
Contagiame tu timidez, dejemos que las luces, la música y este extraño olor haga su trabajo.
Si, es que en los trenes siempre hay feo olor. Yo no fui!
Tiempo? Momento!.
Volvamos... la timidez, los ojos. la música. Los ojos, siempre te tuve miedo historia. Enseñame que me achico, o me achico para que me enseñes. Que mi comodidad no te espante ...
Momento! ... no escribo de vos.
Si mis dedos quisieran te abrazarían, y entenderías. En cambio, borrar momentos también serviría.
Cantar y bailar con ustedes es lo mejor.